Oseas y mi Madre

Es domingo 31 de Julio de 2005, como se ha convertido ya en una vocación de amor hacia Dios, a temprana hora le busco en oración, en súplica y ruego, pero antes de comenzar mis oraciones, le solicito al Espíritu Santo que sea él quien guíe mis oraciones, que sea él quien toque mi boca, que abra mis labios, que ponga ese carbón encendido en mis labios a fin de saber orar como conviene y por aquello que él desea que interceda.

Dentro de esa oración temprana, aparece mi madre por la cual debo pedir, el Espíritu del Señor me mueve a pedir por ella, a interceder por ella, no como suele hacerlo cuando hago oraciones generales, sino por esos puntos que él hace sobresaltar a fin de que yo lo entienda, a fin de recibir esa revelación de lo que mi Dios espera de mí en una plegaria.

Ya cuando he terminado mis oraciones, bajo al comedor en donde se encuentra instalada una lámpara de noche, libros, biblias para su estudio, para abrevar en el único y más grande manantial de vida que existe y para saber cuál es la voluntad de mi Señor, a fin de buscar la manera de ser grato ante sus ojos, agradarle, escudriñar en su palabra las cosas nuevas que él habrá de revelarme a través de su Espíritu Santo en esta ocasión.

Abro el libro del profeta Oseas y en el capítulo dos la orden es tajante: “Razona con tu madre pues ella se ha convertido en la esposa de otro hombre…” son las palabras de mi Dios y su deseo es que acuda con ella para mostrarle esta palabra, cual es su voluntad, que ha sucedido a lo largo de los años desde que mi padre, su esposo, murió y ella quedó ahora bajo el resguardo de un esposo mucho más grande, sabio, gran proveedor, el que le ha dado todo y ella, en cambio, ha manifestado su gratitud a otros dioses, ídolos, imágenes sordas, ciegas, mudas, pero no a quien debiera manifestarle su gratitud.

Sabedor de que al día siguiente lunes habría de acudir a la casa de mi madre para entregar documentos del seguro social a una de mis hermanas, asumí que debía darle esa palabra como mandato de Dios a mi madre y de ahí que aprovecharía esa visita para hacerle saber la orden del Señor.

Consideré prudente que si mi única hermana en transición final de una enfermedad, se encontrase presente, le pediría que nos dejase a solas para comunicar a mi madre la noticia de Dios, pero cuando llegué, al día siguiente, cual sería mi sorpresa que el Señor había preparado todo, dispuesto todo para actuar en suma libertad. Mi hermana no se encontraba en casa, lo cual ya era una señal más que evidente de que ratificaba el que yo le diera su comunicado.

Temeroso ciertamente de emitir yo supuestas palabras de Dios que no fuesen de él, reflexionaba yo sobre decirle o no decirle lo que Dios me hacía saber, también dado que había acudido a esa institución médica a hacer el trámite en curso pospuse mi visita al medio día a casa de mi madre, pensando que sería mas conveniente hacerlo pro la tarde, pero no era yo sino el Señor que iba conduciendo paso a paso lo que aquel día se iba a dar y sí, era él quien me movía a tomar las decisiones, aún yo sin saber lo que más tarde vendría.

Mi madre, devota fiel del catolicismo, tenía en casa una serie de imágenes que aún cuando habían disminuido ya en cantidad, seguía apertrechada en su idolatría, en el fanatismo, temerosa del qué dirán más que en agradar a Dios, temerosa de que vecinas o amigas y sus propias hermanas le reclamasen algún día por haber dejado la religión de sus padres para volverse al cristianismo, a la búsqueda del Dios verdadero y al amor de Jesús, sabedora de lo que dice la Biblia, de lo que señalan los mandamientos, ella, como una mujer de oración que es y ávida lectora de la Palabra del Señor, sabía muy bien lo que el Señor rechaza y aún así, no había tomado una decisión al respecto, sobre como actuar, mucho de ello también por no dar su brazo a torcer, aun cuando fuese conciente de ir contra la voluntad del Señor.

Ya le había yo declarado en ocasiones anteriores que soy respetuoso de lo que ella hace y decide, que por ningún motivo, aún sabiendo yo que ella iba contra la voluntad de Dios, no podría yo llegar a su casa, meterme a robarle o tomar sus imágenes y quemarlas o destruirlas, no podría yo violentar ese su derecho a creer libremente, pero esta vez no era decisión mía sino mandato de Dios.

Meditaba yo en decirle o no decirle, pero no había más que acatar la voluntad de mi Dios, y así como se le señala a Ezequiel que si no exhortare a la población a volverse al camino de Dios, o a una persona en lo individual, o conforme fuere el mandato supremo, él lo demandaría a mí en lo personal y si la persona muriese o se perdiere, yo sería el responsable de ello, pero si lo hiciere y la persona no se vuelve de su mal camino, quedo yo exento de culpa por haber acatado la orden, pero ya la decisión estaría en manos y bajo responsabilidad del que se negare a obedecer al Señor.

También le daba a mi madre el ejemplo de Jeremías, profeta del Señor quien reclamaba ante el Señor el que le usase para llevar solamente malas nuevas, sobre pestes, sorbe guerras, sobre catástrofes, pero esa era la orden y Jeremías debía acatar la orden o pagar caro sus negativas, así que no le quedaba más que cumplir.

Con todas esas preocupaciones en mente y corazón, decirlo o no hacerlo, el Señor me impulsó a la obediencia y mi madre escuchó atenta lo que le dije, de sus aportaciones a otros ídolos, no solamente a los que ella invocaba sino que había contribuido dando apoyo venido del Señor para cosas que a él desagradan, así que ella cuestionó la edición bíblica que yo llevaba, de donde le leía los versículos, pero aún así, le dije que podría verificarlo en su propia Biblia, que le preguntara a Dios si era real ese mensaje, y que la edición de las biblias no iba a alterar nada, salvo por unas palabras usar otras, pero el mensaje esencial sería el mismo para ella.

Le anoté la cita en un papel que ella misma me proporcionó, y le dije que solo algunas palabras cambiaban en el lenguaje bíblico, así que no habría mucha diferencia, le dije que podía consultar su libro poderoso y también hacerlo en la enorme Biblia se localizaba sobre un atril, en la mesa de centro de la sala.

Cuán grande no sería mi sorpresa al decirle que la Biblia estaba abierta justamente en el mismo libro de Oseas y por si eso no fuera poco, estaba abierta justamente en el capitulo dos, el cual ya estaba subrayado porque mi madre lo había leído antes y no lo había razonando completamente, ahí en donde se le decía que dejase los ídolos falsos, que se volviese a Dios, que él vería por ella, que el oro y la plata seguirían fluyendo, que en caso contrario sus hijos pagarían las consecuencias, que él velaría por ella, que le hablaría al oído para decirle muchas cosas con amor, restaurarla, quitar toda adversidad y bendecirla ampliamente para que estuviese en paz, tranquila.

Cuando el Pecado Acecha

De qué manera se destruye o debilita la fe?, lo que has levantado en dos años, lo puedes tumbar, destruir plenamente en dos días. Cómo se da este proceso de debilitamiento?

Es muy simple, basta con dejar de orar para quedar desprotegidos, o de nuevo olvidar que un día el Señor nos ha llamado a ser intercesores de él ante los demás que somos luz –y no mortecina precisamente-, para todos los de la casa, entonces, cuando olvidamos cargas nuestra lámpara de aceite, la llama se debilita y ya no sólo no ilumina a los de la casa, sino que las tinieblas tienden a crecer, además de que hacia nuestro propio interior esas sombras crecen y si nos olvidamos de avivar la llama, así como todos soplamos con nuestra boca para avivar el fuego, la hoguera simplemente se agota, se apaga, se extingue y de paso, nosotros también y reinan las tinieblas, que para nada sirve entonces el haber luchado por avivar ese fuego que nos olvidamos encender, retomar, mantener latentes.

No lo había comprendido ya y entonces porque la falta de memoria, el avivamiento que debemos mantener se agota tan rápidamente y permitimos que el pecado entre en nuestras vidas, hasta que llegamos a la enseñanza del Señor que nos recuerda el camino andando, el trabajo realizado, el esfuerzo de construir y edificar para luego nosotros, al igual que sansón, destruimos y por ello se nos recuerda, mas no por las cosas que edificamos.

Para que servirá entonces todo el empeño si tiramos por la borda eso logro del camino andando y darle marcha atrás. El pecado y sus siete demonios de aquello que habíamos limpiado en la casa, no sólo se circunscribe a que dejemos el alcohol y volvamos a él con mayor inmundicia. Recordaba pues en la congregación el versículo que reza que el perro se vuelve a su propio vómito y ciertamente, heme ahí ahora convertido en perro que se regresa a las cosas del pasado.

Como comienza todo esto, primero al permitirnos hacer las cosas que sabemos que están mal ante los ojos del Señor y si bien de toda esa experiencia el Señor mismo nos ha permitido que volvamos a las cosas equivocadas con el fin de una enseñanza y dejar asentado nuestro voto, o reiterarlo o volverlo a confirmar para que elijamos si andaremos en luz o en tinieblas, comprenderlo, ya que él ha puesto en nosotros su sabiduría infinita, tenemos y seguiremos teniendo ese libre albedrío y él no reclama, así como yo mismo podría dejar en la mente y corazón de mi compañera, el compromiso es con Dios, no conmigo, ni con la congregación, ni con el pastor, ni con una pareja que tiene a bien invitarte a ser parte de su grupo, sino al contrario, si deseas seguirlo hazlo, si no, también puedes hacerlo, pero se llegará el tiempo de entregar cuentas y la factura, obviamente, viene a nombre de cada cual.

Como pues permitirnos hacer las cosas equivocadas, que ante los ojos del Señor son  equivocadas, al dejar de orar, nuestra fe se debilita y viene el agotamiento y esa luz está al borde de la extinción, así que luego damos paso a las cosas de la carne, como hace el mismo Sansón y permite que se vea una película pornográfica por ejemplo, que luego se traduce en imágenes equivocadas pasan aprovechándose de un pretendido liderazgo moral, que debiera ser más espiritual que físico, para que las malas ideas cundan y se renueven, o florezcan en el corazón del ser humano.

La pornografía trae aparejadas a las visiones reales, las otras imaginarias, una visión de relaciones fuera de no permisible como sostener relaciones con dos y tres personas al mismo tiempo o en colectividad como pueden ser hasta cuatro, prestándose al manipuleo de la palabra de Dios que dice en uno de sus profetas que las mujeres llegarán a ser incluso esposas de un solo hombre, siete mujeres y pretender manipular a la conveniencia personal e individual y a las propias lascivas estos versículos, obviamente no conducen a nada bueno, porque así no lo establece el Señor, sino que esas siete mujeres lleguen a depender espiritualmente de un solo varón y no de manera económica o sexual mucho menos, sino en ese crecimiento que la fe requiere.

Qué absurdo manipular a nuestra conveniencia la Palabra y tergiversarla hasta hacerle daño a los que nos rodean, dejándolos en la oscuridad o llevándoles oscuridad y no luz como dicta el mandato del señor, que absurdo y que denigrante es a la condición del ser humano.

Luego de eso, viene los excesos, si es viable violentar los votos hechos ante el Señor, por que no ingerir unas cuantas bebidas, alcohol, si una vez es utilizado el hombre mediante uno de estos caminos, sólo para acercarlo a la revelación y la apertura del camino que traerá sanidad para las personas que abren su corazón al amparo de unas copas de licor, bueno hasta ahí, pero no implica por ello tomar o generar todo un tratamiento de alcoholismo al amparo de hacer la obra del Señor, pensando que esa es la única vía.

Ya una vez te ha utilizado el Señor de esa manera y sembró su palabra, ya él hará el resto para los días subsiguientes y no bajo el mismo método. Luego de eso. Si la compañera reclama o señala o hace observaciones al respecto de ese testimonio que se tambalea ¿por qué estas consumiendo bebidas? Sólo para el acompañamiento de los alimentos, ni una más ni una menos, no hay más consumo que este y ante sus ojos, el testimonio queda por los suelos.

Luego vendrán pugnas mayores o reclamos y confrontaciones para sepultar parte de aquello que se había construido, lo que se edifica a lo largo del tiempo, se viene abajo y el mismo testimonio ante los demás, pasa a ser hojas que sacude el viento.

Si ella reclama, un espíritu de celos se interpone en la relación y se genera la discordia y ante esto, una pugna por ver quien tiene la razón o quien ha permitido o engañado o si hay de por medio actos de adulterio y aún cuando haya sinceridad, el daño está hecho.

La hoguera es casi cenizas, no hay leña, no hay fuego, no hay avivamiento. Viene la ruptura y ella ya no decide acompañar a su pareja sino al contrario, tomar su camino porque le testimonio no es real, ha sido manipulado o de apariencias y si viniera luego la declaración el reconocimiento de las equivocaciones, hay que inclinarse primero ante Dios y hablar de actos de rebeldía, de desobediencia no de aquellos, no de los otros no de los demás sino de nosotros, cada uno de nosotros mismos, una rebeldía propia en la cual no se había parado a contemplar las fallas o la procedencia.

De mucho servirá pues la sabiduría del Señor depositada en nuestros corazones y si bien no fuere en alguno el don expreso de la sabiduría, de todas formas su espíritu nos redarguye a fin de que tengamos revelación y enmendemos el paso, corregirle rumbo, arrepentirnos, postrarnos, pedir perdón y comenzar de nuevo, pero siempre que sea oportuno, antes que sea demasiado tarde.

Que mas puede pasar al interior tras estas revelaciones, tras este ejercicio de crecimiento espiritual. Que se hayan dado actos así como de rebeldía también de soberbia pues curiosamente ante los congregantes, hay a quienes se les invita a acercarse a los lugares asignados y a otros no, pero que importa los otros si no la intención de ver que reacción tenemos ante ese llamado al orden, queda la calma robada, vienen las ideas y pensamientos y actitudes que no implican más que desobediencia y soberbia y luego, el malestar crece en contra de las personas, pues lo último que haremos será buscar en nosotros, en nuestro interior, para entender qué hicimos que las cosas salieron mal, porque se vino abajo aquel frágil castillo de naipes que nos edificamos por fortaleza y que el Señor ha derribado porque desea que aprendamos algo y sacar provecho de ese lamentable instante.

Ciertamente, como se lee en las biblias de estudio en lo relativo a Sansón Que inútil es que el siervo de Dios trate de servir al Señor, cuando está fuera de su voluntad, claro, si anda lejos de Dios como cree o pretende creer que así le sirve de esa manera, andando en la carne, en su propia condición de humano y no caminando con el Espíritu del Dios Verdadero?

Algo más Uno de los efectos del pecado en nuestra vida, es quitarnos el deseo de orar, porque creemos que ya estamos haciendo las cosas correctamente y que no pasará nada si un día descuidamos la oración, que mañana lo haremos, que dejamos atrás aquel comportamiento, aquel primer amor, aquel temor sano que nació al desear de todas las formas posibles complacer al Altísimo y no sólo nos poníamos en píe a primera hora del día, no sólo declarándole cada amanecer que nos indique qué podemos hacer para servir y engrandecer su obra en este día y todos los días, que no sea meramente de palabras y no de actos, dejamos ya a un lado esas oraciones tempranas y esa bendición que hacíamos ante la puerta de las recamaras de nuestros hijos a fin de que el Señor les protegiera y no sabemos en donde andan los hijos, o no sabemos que ha pasado que la relación con nuestro esposo o esposa se ha ido a pique, porque ya no hay fuego que alumbre la casa y ellos, igual que nosotros pasaremos frío y quedaremos en tinieblas.

Cuantas cosas en verdad pueden suceder por una sola actitud nuestra que es el olvidar acumular la leña suficiente para que esa hoguera se mantenga avivada, sobre todo cuando  permanece el invierno en nuestras vidas espirituales, ahora que si también lo consideramos así en nuestras vidas físicas, terrenales y materiales, pero resulta la situación, peor lo mundano es poco ante lo mucho que se pierde en lo espiritual.

Abrimos una puerta equivocada y olvidamos cerrarlas, en vez de poner barrotes de protección a esos hogares que edificamos para la gloria del Señor, de ahí que la responsabilidad no es de quienes nos rodean ni los efectos atribuibles a ellos, porque cada uno de nosotros, más si somos cabeza de un hogar, dejamos al descuido, al garete a esa casa que nos fue confiada, a esa familia que el señor en su misericordia nos entregó y le pedimos nos ayudara sabiamente a guiarla, pero hechas aun lado las oraciones, solo permanece la oscuridad, y luego, el crujir de dientes porque defraudamos la confianza del que nos llamo a hacer su hombre misericordiosa.

Por ello, como no considera entonces que hay en nuestro interior un poco o un mucho de Judas Iscariote, el que defraudó la confianza, el que roba, el que miente, el que ambiciona para sí, el que finalmente ve de lejos el daño ocasionado contra aquel que le llamó a ser parte de su grupo y luego, presa de las tinieblas, se entrega al acto más significativo de rebeldía y desobediencia, que es pretender igualarse a Dios quien da la vida y es el único que puede quitarla.

¿Cuál es esa parte del Judas que cada uno de nosotros llevamos dentro?

 

Perdón te pido Señor, por haber descuidado mi hoguera…. por no avivar la llama mediante la oración para alabar tu nombre.

 

Bethsabé hoy en día

La mujer se mira a sí misma en el espejo, contempla aparentemente ese reflejo de quien es ella mientras se maquilla. El alto espejo se encuentra ubicado casi de frente a ella pero más cargado a su derecha, ya que a la izquierda se ubica la ventana de la recámara, lo que permite que entre la luz de la mañana y le facilite ese su trabajo de coquetería al maquillarse.
Su esposo entra en ese instante y se percata que la cortina está corrida y que allá al fondo de la casa, en la casa vecina, un grupo de hombres se encuentra haciendo trabajos de construcción y quiérase o no, miran a la mujer que se arregla desde la venta, perceptibles todos a cada uno de sus movimientos, sabedora ella de que le observan, sabedores ellos de que ella sabe que también ellos le miran.
El hombre se molesta porque ella mantiene corrida la cortina y no cerrarla a pesar de que ve a los hombres, cual si fuese ese su deseo de ser contemplada por los albañiles, lo cual desconcierta al hombre y le hace reclamar, pues no es para él un gesto de coquetería, sino de abierta pretensión a ser contemplada, lo que para él significa un descaro abierto para ser admirada por otros.
Es algo más que coquetería, pretende ser una insinuación hacia los otros, los ajenos.
El cierra la cortina y le reclama por esa actitud y ella pretende defenderse alegando que no se ve hacia el exterior, pero los hombres miraban hacia la ventana.
Ha sido imprudencia, cierto, ella no se encuentra desnuda, pero sí hay gente extraña mirando a mujer ajena.
De esta manera podemos recordar la historia del Rey David quien deambulando por la casa en una tarde de ocio, se dio cuenta que Betsabé, mujer ajena también, se estaba bañando en el patio de su casa y era obviamente visible desde la casa del rey, quien la miró desnuda, ella en toda su hermosura y juventud, con una sirvienta asistiéndole, pero ajena y por demás, casada con Urías el heteo, mientras que David tenía ya una esposa, Mical, que le había dado Saúl durante aquellos años tempranos de guerrero y los varios intentos por asesinar a David, aquel pastorcillo que un día sería el rey de Israel.
Hemos escuchado de predicadores que se refieren al pecado de David por haber adulterado y además haberle sumado el hecho vergonzoso de que trató de ocultar su pecado, mandando asesinar a Urías, al ponerlo al frente de batalla con el sólo propósito de que se le diese muerte, pero no hemos reflexionado hasta donde tuvo también responsabilidad Betsabé al bañarse desnuda en el patio de la casa y no en el aposento de baño, lo cual es obvio, toda casa contaba con uno y más si consideramos que las mujeres eran materia de extremos cuidados, bajo riesgo de que se considerada de ellas algo equivocado, o fuesen sancionadas por delitos en su comportamiento.
Si alguien recuerda la película “Perros de paja” con el actor Dustin Hoffman, allá por los años setentas, un caso similar se registró como argumento en esa película, ya que su esposa miraba por la ventana a los trabajadores de la construcción, quienes hacían arreglos de carpintería en una casa vecina y ella miraba, pero los hombres también miraban y ella, pensando que su esposo era un hombrecito temeroso, cobarde, no paró en el propósito de provocar a los hombres con sus exhibicionismo hasta que los hombres, tres si bien o mal recuerdo, penetran en la casa y abusan de la mujer.
Pero ella no grita, no acusa, no señala, sino disfruta el que los hombres hayan respondido a sus deseos y también de que la hayan violado de una y otra forma en el sillón de la sala, uno tras otro abusa de ella mientras dos le sujetan, pero no se defiende.
Luego vienen insinuaciones a su esposo de que esos hombres pretenden algo, que harán el intento de entrar a la casa aprovechando la noche y sí, lo intentan y aquel hombrecillo, esposo de la mujer, tal vez no sea el más violento de los hombres que pelean en defensa de su esposa, pero hizo gala de su astucia y sabiduría, poniendo trampas y consigue matar a los tres hombres que han mancillado el hogar, a su mujer, no sabiendo él nunca que la mujer provocó la confrontación ni que se ha entregado a ellos, que no existió tal violación ni abuso, sino una entrega estúpida producto del mal comportamiento de la mujer.
Y de la misma forma sabemos de mujeres que le dicen a su esposo, que es un hombre apacible, calmo, que debiera salirse de la casa de vez en cuando, ir con los amigos a tomar la copa, ausentarse alguna noche, saber que su esposo le ha sido infiel algún día, que ha corrido alguna aventura, pero no deseosas de conservar puro el amor de un esposo que pasa los días en casa, con los hijos, que no tiene pretextos para ausentarse de casa, para llegar tarde.
Un hombre que no inventa convenciones de trabajo en tal o cual sitio veraniego, sino que es fiel, que no fuma, que no toma y ella, molesta con la actitud del esposo dentro de esa fidelidad, anhela que le sea infiel, que sea o pueda ella considerarlo, desde su punto de vista, un hombre como todos, un hombre normal, un hombre o hasta un macho que se alcoholiza y grita y blasfema o maldice y golpea, y luego toma por la fuerza lo que le pertenece de voluntad, como hacerle el amor a su esposa con violencia. Ella, considerando que de esa forma saldrá de la rutina, no mide las consecuencias de lo que provoca por si misma con sus actitudes.
Una mujer con similares gestos de coquetería que dejan heridas en el corazón y en el alma del hombre, tiene similar comportamiento si durante una reunión social trata de llamar la atención a como dé lugar, con una falda corta, con muchas risas, siendo el ajonjolí de todos los moles, bromea aquí y allá, hay hombres que la observan y creen que es una mujer fácil, o que tiene en sujeción a su esposo, justamente porque ella no ha mantenido esa sujeción a su marido.
Pero ella se siente contenta sin saber el daño que ocasiona a su esposo, los sentimientos que le hace padecer, no encontrados, sino el daño que hace, que le lastima, y luego alguno de esos hombres que torpemente han caído en sus encantos, en su coquetería torpe, se acerca y delante de su esposo le dice a ella que si desea ir con él a otra reunión, a otra fiesta, salir juntos y él ahí, sentado, guarda silencio, mira, escucha, siente y años más tarde, sigue conservando aquella herida de la cual quiere deshacerse y de las cosas malas sacar algo bueno, como ha hecho Dios en cada herida ocasionada, preocupado en sanar esas heridas, en sanar el daño causado, en la falta de prudencia de una esposa que no reflexiona en lo que hace, producto de su comportamiento.
Si usted es un hombre que tiene heridas de esta naturaleza, porque vivió situaciones similares, pídale a Dios que le ayude a perdonar esa falta de prudencia de su esposa, perdónela usted a fin de que su vida pueda cambiar, a fin de que la mano del Señor Dios Todopoderoso pueda tocarle con poder de sanidad y cerrar esa herida para siempre.
Perdone usted y pida perdón si fue también causante de ese daño, perdone hacia ambos lados, pida perdón y perdone a fin de que pueda ser libre de esas pequeñas grandes heridas y ataduras, que le han impedido hasta esta fecha emprender el vuelo alto, muy alto, como las águilas, deje que Dios haga su parte, su labor en usted y comience de nuevo, libre, sin cadena alguna, sin lastres en su vida.
Dios bendecirá su vida a partir de este momento.